El reciente acuerdo en el Senado para aumentar las dietas de los legisladores nacionales ha generado una oleada de controversias y cuestionamientos. Con el nuevo aumento basado en la paritaria que cerraron los gremios estatales del 6,5% en dos tramos, los senadores pasarán a percibir un sueldo mensual de 9 millones de pesos. Esta decisión, que se oficializó este lunes, ha dejado perpleja a gran parte de la sociedad, y no es para menos.
Es importante aclarar que este aumento está enmarcado dentro de la paritaria general que se aplica a todos los empleados del Congreso. El incremento fue del 3,5% retroactivo al 1 de julio, seguido de un 3% adicional a partir del 1 de agosto. Esta subida salarial se da en un contexto donde los gremios presionaron fuertemente para obtener una recomposición salarial que refleje la inflación galopante que azota al país.
Desde la Presidencia del Senado, encabezada por Victoria Villarruel, se intentó, sin éxito, que los senadores se desengancharan del aumento. A pesar de estas gestiones, la presión ejercida por los gremios y las autoridades de la Cámara de Diputados, especialmente por el presidente Martín Menem, fue determinante para que el Senado firmara el aumento, marcando así la línea de acción para todo el Congreso.
Uno de los aspectos más polémicos de este aumento fue el intento de la vicepresidenta del Senado de evitar que los senadores se beneficiaran del mismo porcentaje de incremento que el resto de los empleados del Congreso. Según fuentes cercanas a Villarruel, se intentó desenganchar a los senadores del aumento, pero estos se negaron rotundamente. Esto ha desatado críticas y cuestionamientos sobre la necesidad y la justificación de este incremento en un contexto donde la mayoría de la población sufre los embates de una crisis económica sin precedentes.
El hecho de que el Senado haya tardado 20 días en firmar esta resolución refleja las tensiones internas y las presiones externas que influyeron en la decisión final. A pesar de las notas presentadas por algunos senadores en contra del aumento, la resolución fue finalmente firmada, lo que ha generado un profundo malestar en la opinión pública.
No se puede subestimar el papel que jugaron los gremios en la concreción de este aumento. Representantes de APL, ATE y UPCN fueron firmantes de la resolución, lo que demuestra la influencia que tienen estas organizaciones en las decisiones salariales dentro del Congreso. La firma conjunta de los gremios y las autoridades del Senado y Diputados pone de manifiesto un consenso interno que, sin embargo, no logra disimular la creciente desconexión entre los representantes y sus representados.
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