A finales de noviembre, la comisión encargada de definir el futuro de los terrenos de la Estación Belgrano, en Santa Fe, se reunirá para delinear un plan maestro que transformará esa zona estratégica. Así lo anunció el intendente Juan Pablo Poletti, en un movimiento que parece buscar consenso entre diversas entidades productivas de la ciudad. Sin embargo, detrás de esta reunión y los anuncios, surgen preguntas sobre el verdadero objetivo de este proyecto y sobre las posibles alianzas políticas entre figuras como Omar Perotti y Maximiliano Pullaro, cuyos intereses pueden influir en el desarrollo de la ciudad en los próximos años.
Un Proyecto Ambicioso, pero ¿a Quién Beneficia?
El intendente Poletti, acompañado por representantes del Colegio de Martilleros, la Bolsa de Comercio y otras entidades productivas, expuso su visión de una ciudad conectada, moderna y con usos mixtos para los terrenos detrás de la Estación Belgrano. La apertura de calles, el desarrollo de áreas comerciales, hoteleras y de vivienda, junto con un ecoparque, son algunos de los componentes de este plan. Todo parece apuntar a una mejora en la infraestructura urbana de Santa Fe; sin embargo, es importante cuestionarse quién realmente se beneficiará de esta transformación.
Poletti destacó que esta intervención será una oportunidad de planificación a 20 o 30 años, buscando posicionar a Santa Fe como una ciudad moderna y adaptada al futuro. No obstante, al tratarse de un proyecto a largo plazo, es probable que actores como Perotti y Pullaro también tengan su propio enfoque e intereses. El papel de Perotti, quien actualmente tiene una gran influencia en la provincia, y de Pullaro, quien aspira a consolidarse políticamente, no puede ser subestimado.
Uno de los puntos de mayor interés es el rol de Omar Perotti en el desarrollo de este proyecto. Como exgobernador y figura influyente en la provincia, Perotti podría tener un papel determinante en la asignación de estos terrenos. Su historial de acuerdos y decisiones cuestionables durante su mandato, como la falta de transparencia en ciertas inversiones inmobiliarias, hace que cualquier acercamiento de su parte a este proyecto sea motivo de preocupación.
Perotti, a través del decreto nacional Nº 950/2024, posibilitó la venta de tierras detrás de la Estación Belgrano, una maniobra que ha despertado inquietud en varios sectores sociales. La falta de claridad sobre cómo se usarán los ingresos de esta venta y la ausencia de una consulta pública sobre el destino de estos terrenos genera sospechas. ¿Se priorizarán realmente las necesidades de los ciudadanos o habrá intereses ocultos favoreciendo a grupos empresariales específicos?
Maximiliano Pullaro, el gobernador electo, podría ver en este proyecto una oportunidad para fortalecer su relación con la intendencia de Santa Fe, especialmente si ambos comparten intereses en la modernización urbana de la ciudad. Un acuerdo entre Pullaro y Poletti no solo favorecería a los sectores empresariales, sino que también consolidaría a ambos líderes en el ámbito político local. Sin embargo, esto también podría significar una pérdida de control para los ciudadanos en cuanto al uso de estos terrenos.
El Concejo de Santa Fe ya mostró su preocupación al exigir la conformación de una comisión que establezca lineamientos claros y que dé voz a los vecinos y otras entidades relevantes. ¿Será realmente esta comisión un espacio de diálogo democrático o se convertirá en una formalidad controlada por intereses políticos?
Uno de los temas más sensibles en este proyecto es la situación de los vecinos del asentamiento de La Carbonilla. Poletti afirmó que esta primera etapa de intervención no los incluirá, ya que estos terrenos están registrados en el ReNaBaP (Registro Nacional de Barrios Populares). Sin embargo, la exclusión de La Carbonilla podría tener más implicaciones de las que aparenta.
La postergación de intervenciones en áreas vulnerables como La Carbonilla podría significar que el municipio esté priorizando las zonas con mayor valor inmobiliario, dejando de lado a los sectores más desfavorecidos. Aunque Poletti asegura que los vecinos serán considerados en fases posteriores, la historia demuestra que estos compromisos pueden dilatarse, y es posible que La Carbonilla permanezca en el olvido mientras las inversiones fluyen hacia zonas más lucrativas.
Si bien la idea de modernizar los terrenos de la Estación Belgrano parece prometedora, el trasfondo político de este proyecto invita a la cautela. Con actores como Perotti y Pullaro posiblemente alineados con los intereses del sector empresarial, el riesgo de que esta intervención sea aprovechada para beneficios personales o de grupo es elevado. La falta de una participación ciudadana activa y de transparencia en el proceso podría llevar a una transformación de la ciudad que no represente realmente a sus habitantes.
En conclusión, aunque el proyecto de intervención en la Estación Belgrano ofrece una oportunidad de renovación urbana, es crucial que la ciudadanía se mantenga vigilante. El posible acuerdo entre Poletti, Perotti y Pullaro podría desencadenar un desarrollo que privilegie a unos pocos en detrimento de las necesidades reales de la población. Santa Fe merece una planificación urbana inclusiva y transparente, donde las decisiones no estén motivadas por intereses políticos o económicos.
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