
A partir del 14 de julio, la provincia de Santa Fe encarará una histórica reforma de su Constitución, y vos vas a ver cómo el oficialismo, encabezado por el gobernador Maximiliano Pullaro y la coalición Unidos, intenta presentar una imagen de austeridad que, en realidad, oculta un profundo vacío político y democrático. El planteo es claro: los convencionales constituyentes trabajarán ad honorem y sin fueros. Una decisión que, aunque parezca un gesto de transparencia, esconde una maniobra superficial que elude el debate de fondo que la ciudadanía verdaderamente espera.
Desde la propia Legislatura —donde Pullaro abrió el período ordinario— se impulsa una norma para establecer que los convencionales no reciban dieta ni cuenten con ningún tipo de protección parlamentaria. Incluso se deslizó que podría formalizarse mediante una simple resolución de la Convención una vez que entre en funciones. ¿La intención? Marcar austeridad. Pero lo que se presenta como ética institucional, bien puede interpretarse como populismo simbólico, más orientado a lavar la imagen del poder que a garantizar una verdadera participación plural y seria en la reforma constitucional.
Renuncia a la dieta: una estrategia de marketing político sin impacto real
Los partidos que integran Unidos anunciaron que sus convencionales no cobrarán un peso por su trabajo en la reforma constitucional. Esta determinación ya la habían tomado los convencionales del frente MAS PARA SANTA FE , dias atrás. En marzo ya se había establecido ese lineamiento, bajo el argumento de respetar la Ley Nº 14.384, que avala una reforma parcial de la Carta Magna. Pero vos bien sabés que en política no hay gestos inocentes. Este tipo de movidas se usan para instalar una narrativa de sacrificio, cuando en realidad quienes ocuparán esos lugares son —en su mayoría— funcionarios, legisladores y dirigentes con cargos pagos en otros niveles del Estado.
Como ejemplo, el senador radical Esteban Motta presentó un proyecto para frenar la doble remuneración de los electos. Lo hizo sobre tablas, sin mucho debate. Porque en los hechos, esa doble retribución no estaba ni siquiera planteada en la ley que declaró la reforma. Y si revisamos los fondos que manejan mensualmente , los senadores departamentales , encontraríamos cifras que rondarían los 100 millones de pesos cada uno. Entonces, ¿por qué tanto ruido con este tema? Porque es más rentable hablar de austeridad que explicar por qué no se tocan los grandes intereses, las autonomías reales de los municipios, o el derecho de reelección del gobernador.
Sin fueros, pero con los mismos privilegios de siempre
Uno de los puntos más promocionados por el gobierno provincial es la renuncia a los fueros por parte de varios convencionales electos, tanto del oficialismo como del frente Más para Santa Fe. En teoría, esto busca desmontar “falsos privilegios” y acercar a los constituyentes al ciudadano común. Pero vos sabés que la transparencia no se logra con un papel firmado, sino con un compromiso político real que, por ahora, brilla por su ausencia.
El gesto de renunciar a los fueros fue anunciado en encuentros partidarios —no institucionales—, lo que ya dice mucho del enfoque que el oficialismo le da a la reforma: partidario, cerrado y con escaso diálogo con el resto de las fuerzas políticas. En lugar de abrir una discusión profunda y colectiva, se refuerza una lógica de verticalismo político donde todo queda en manos de la “mesa chica” de Unidos y el círculo íntimo de Pullaro.
La sede de la Convención, un símbolo de control político y no de federalismo
Otro punto que no podés pasar por alto es la elección de la Cámara de Diputados como sede de la Convención Constituyente. Lejos de ser un gesto de austeridad como se intenta instalar, esta decisión implica concentrar aún más el poder en el centro político de la provincia. Aunque se prometen comisiones descentralizadas en Rosario y Santa Fe, lo cierto es que la estructura de la Convención ya nace condicionada por los intereses del oficialismo.
En vez de garantizar un proceso abierto, plural y territorialmente equilibrado, Unidos opta por un esquema cerrado que deja en claro quién va a marcar la agenda del debate: el gobernador y sus aliados. Y mientras tanto, los temas verdaderamente importantes, como el modelo de provincia, las autonomías municipales, la reforma judicial o el régimen de reelección, siguen postergados o directamente ocultos.
Felipe Michlig: el operador clave detrás de la reforma
En la interna oficialista, todos los caminos conducen a Felipe Michlig, senador provincial y presidente de la UCR santafesina. Es el hombre fuerte del radicalismo y uno de los dirigentes más cercanos a Pullaro. Su nombre suena con fuerza para presidir la Convención. ¿Qué significa esto? Que la reforma constitucional no será un espacio plural ni democrático, sino una extensión del aparato político que gobierna hoy Santa Fe.
Mientras en la superficie se discute si los convencionales deben cobrar o tener fueros, en el fondo se consolida una estructura de poder que se recicla a sí misma. Y vos, como ciudadano, quedás relegado a un rol meramente espectador en una transformación que debería tenerte como protagonista.
Una reforma constitucional sin contenido es solo maquillaje institucional
La coalición Unidos y el gobernador Pullaro están haciendo de la reforma constitucional un espectáculo de gestos vacíos. Te quieren hacer creer que renunciar a una dieta o a los fueros es suficiente para garantizar un proceso transparente. Pero vos sabés que eso no alcanza. El verdadero debate es otro: ¿Qué provincia queremos? ¿Qué derechos nuevos deben garantizarse? ¿Qué nivel de autonomía deben tener los municipios? ¿Debe permitirse la reelección del gobernador?
La realidad es que estos temas siguen sin discutirse en profundidad. Y eso debería indignarte. Porque no se trata solo de cambiar palabras en una Constitución: se trata de definir el futuro institucional de Santa Fe. Y mientras el oficialismo se concentra en construir una narrativa de austeridad, la democracia se empobrece.
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