A partir del 1 de noviembre, la nafta y el gasoil en Argentina sufrirán un aumento del 2%, impulsado principalmente por el ajuste de YPF tras la devaluación del peso y el incremento en los precios de los biocombustibles. Sin embargo, este ajuste inicial podría extenderse hasta el 4% si el gobierno nacional decide actualizar los impuestos sobre los combustibles líquidos (ICL) y el dióxido de carbono (IDC). Esta medida tiene lugar en un contexto de caída en el consumo de combustibles, registrando una baja significativa en las ventas, lo cual afecta tanto a consumidores como a empresas en todo el país.
El aumento de la nafta responde a múltiples factores que han generado presiones en los costos de producción de los combustibles. YPF, la petrolera estatal, determinó el ajuste del 2% a partir del impacto de la devaluación del peso frente al dólar y el reciente aumento de los biocombustibles, como el biodiesel y el bioetanol, que son componentes obligatorios en la mezcla de gasoil y nafta, respectivamente. La Secretaría de Energía ha fijado el precio de la tonelada de biodiésel en $1.004.562 y el precio mínimo de adquisición del bioetanol en $670,564 por litro, reflejando un aumento del 2% en ambos casos.
Este ajuste contrasta con la situación de octubre, cuando YPF implementó una rebaja del 1% en los precios debido a una baja temporal en el precio internacional del crudo de petróleo. Sin embargo, la recuperación de los precios internacionales y los costos internos han vuelto a presionar al alza.
En paralelo, la posibilidad de una actualización de los impuestos sobre combustibles líquidos y dióxido de carbono podría impulsar el incremento al 4%. Este cambio depende de la política impositiva nacional y tiene como objetivo ajustar los ingresos fiscales ante la inflación y la devaluación. Si el gobierno decide aplicar este ajuste, es posible que las demás empresas sigan el ejemplo de YPF, reflejando un aumento similar en los precios de sus combustibles.
La importancia de esta actualización reside en la necesidad del gobierno de mantener el equilibrio en el sistema de precios, dado que los combustibles juegan un rol fundamental en la economía y los costos de transporte impactan directamente en los precios finales de productos y servicios.
El aumento en el precio de los combustibles se produce en un escenario complicado para el sector, con una caída en el consumo de nafta y gasoil que ya acumula un descenso del 6% en lo que va del 2024. Según cifras de la Secretaría de Energía de la Nación, en septiembre de 2024, las ventas de estos productos en el mercado interno descendieron un 11,7% en comparación con el mismo mes de 2023, marcando una de las bajas más significativas en los últimos tres años, solo superada por la retracción de junio de este año, con un 12,05%.
Esta disminución en la demanda es reflejo de la contracción económica que experimenta el país, lo que impacta negativamente en el poder adquisitivo de los consumidores y en las decisiones de compra de combustible, tanto de los ciudadanos como de empresas del transporte y otros sectores dependientes de estos insumos.
El incremento en los precios de la nafta y el gasoil representa un desafío para los consumidores argentinos, quienes ya se ven afectados por la inflación y la pérdida de poder adquisitivo. Este aumento, aunque moderado en términos porcentuales, influye en el costo de vida, ya que impacta directamente en los gastos de transporte personal y en el precio final de muchos bienes de consumo, debido al alza en los costos logísticos.
Para mitigar el impacto, muchos consumidores han comenzado a implementar estrategias de ahorro en el uso de vehículos y transporte, optando por medios alternativos y reduciendo desplazamientos innecesarios. Sin embargo, para aquellos que dependen del automóvil o los transportes de carga, las opciones de ahorro son limitadas.
A medida que las variables económicas continúan ejerciendo presión sobre los precios de los combustibles, es probable que el mercado siga ajustando los precios de acuerdo con la inflación y la situación del dólar, especialmente si las condiciones internacionales afectan el valor del crudo. Tanto YPF como las demás empresas del sector podrían verse obligadas a implementar nuevos ajustes en el corto plazo, siempre y cuando la situación económica lo demande.
En este contexto, mantenerse informado sobre los cambios en los precios de los combustibles y las políticas fiscales es fundamental para adaptarse a las condiciones del mercado. Los consumidores deberán estar atentos a las nuevas disposiciones que puedan anunciar las autoridades en cuanto a impuestos y regulaciones de precios, con el objetivo de planificar sus gastos en un panorama de constante fluctuación.
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