La situación del río Paraná continúa siendo crítica debido a la intensa bajante que afecta su caudal, complicando gravemente la navegación en la Hidrovía Paraná-Paraguay. Esta situación impactó recientemente cuando un buque carguero quedó varado a la altura de San Nicolás, lo que restringió la circulación fluvial durante 12 horas. Este artículo detalla las causas, las consecuencias y las preocupaciones generadas por esta bajante que afecta tanto a la actividad económica como a las comunidades locales.
Buque varado en la Hidrovía Paraná-Paraguay
El incidente ocurrió cuando un buque granelero, cargado con porotos de soja y con un calado de 9,54 metros, quedó atrapado en el kilómetro 341,8 del cauce principal del río Paraná. El calado excedía el máximo permitido por la Prefectura Naval Argentina, que este año estableció un límite de 8,88 metros como medida preventiva ante la bajante. Tras varias horas de espera y asistencia de un remolcador, el buque finalmente pudo ser liberado.
Este evento, aunque resuelto, puso de relieve el riesgo que enfrentan las embarcaciones que navegan por el río Paraná, especialmente en momentos donde la profundidad del cauce se ve severamente reducida por la falta de lluvias y la bajante prolongada.
Restricciones de navegación en la Hidrovía
La bajante del Paraná ha llevado a la Prefectura Naval a establecer restricciones de calado en toda la Hidrovía Paraná-Paraguay. En este momento, al menos cinco embarcaciones con un calado superior a los 10 metros permanecen detenidas, incapaces de continuar su trayecto por el bajo nivel del agua. Esta situación no solo afecta a la navegación comercial, sino que también genera importantes pérdidas económicas para el sector exportador, que depende del transporte fluvial para mover productos agrícolas desde los puertos de Rosario y San Nicolás hacia el exterior.
La Prefectura ha advertido que si la bajante persiste, será necesario establecer nuevas medidas para garantizar la seguridad de las embarcaciones y prevenir más incidentes como el ocurrido en San Nicolás.
Bajante del Paraná: Un fenómeno que preocupa
La bajante del río Paraná no es un fenómeno aislado, sino un evento que preocupa tanto a las autoridades locales como a las comunidades ribereñas. En Santa Fe, por ejemplo, el nivel del río es actualmente de apenas 80 centímetros, muy por debajo de la media histórica para esta época del año. Esta situación ya está generando complicaciones tanto en la navegación como en el acceso al agua potable en algunas localidades que dependen del río para su abastecimiento.
El contraste con la situación que se vivió a principios de este año es notable. En el verano, el Paraná alcanzó niveles cercanos a los 6 metros, un registro considerado alto, superando incluso el nivel de evacuación en algunas zonas. Sin embargo, en pocos meses, el caudal del río ha disminuido drásticamente, afectando no solo a la navegación, sino también a la economía y al medio ambiente.
Impacto de la bajante en las localidades ribereñas
El río Paraná es vital para muchas comunidades que dependen de él tanto para su sustento económico como para el abastecimiento de agua. Los habitantes de localidades cercanas al río, como Rosario, San Nicolás y Villa Constitución, están acostumbrados a vivir en armonía con el caudal del Paraná. Sin embargo, la bajante actual ha generado una gran preocupación, especialmente entre los pescadores y productores agrícolas que ven cómo sus medios de vida se ven afectados por la falta de agua.
En algunas zonas, el nivel del río ha descendido tanto que ha dejado expuestas grandes áreas del lecho fluvial, afectando la flora y fauna local. Además, el acceso a agua potable en ciertas localidades se ha visto comprometido, lo que ha llevado a las autoridades a implementar medidas de emergencia para garantizar el suministro a la población.
El drama de la bajante del río Paraná: ¿Una crisis recurrente?
Aunque la actual bajante del río Paraná es alarmante, los expertos aseguran que no será tan severa como la que se vivió entre 2020 y 2022. Durante esos años, la cuenca del Paraná sufrió una de las peores sequías de su historia, lo que provocó una bajante extrema que dejó tramos del río completamente secos. En aquel entonces, las consecuencias para la navegación, la agricultura y las comunidades ribereñas fueron devastadoras.
Juan Borus, responsable del área de pronósticos del Instituto Nacional del Agua (INA), explicó que la bajante actual se debe a las escasas precipitaciones en Brasil y Paraguay, regiones que aportan gran parte del caudal del Paraná. Aunque la situación es preocupante, Borus aseguró que el invierno de 2024 no será tan crítico como el de 2020, aunque advirtió que la falta de lluvias sigue siendo un factor clave a monitorear.
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